Sin duda alguna, este año ha sido de retos y compromisos y ha estado cargado de dificultades.
Muchos de nosotros hemos perdido seres queridos y sabemos que eso no tiene modo alguno de revertirse. La COVID-19 ha hecho mella en miles de hogares, como en el mío. Debido a ello, jamás podré volver a ver mi padre y nos quedó una alcancía llena de moneditas de afecto, de recuerdos guardados para intercambiar algún día, pero la división política en Venezuela no permitió tal intercambio. Anhelo pues para cada familia venezolana que esto no les ocurra y que nuestra nación vuelva a ser muy pronto una sola.
Hoy también hay cosas que no podremos recuperar como los abrazos faltantes, los besos no dados, las palabras no dichas.
Muchos de nuestros amigos perdieron o recuperaron la libertad (según el caso) o la posibilidad de estar con sus familias. Hemos visto dolor, tristeza y desolación.
Hemos sentido en cada fibra de nuestro cuerpo el llanto de las familias de los prisioneros torturados.
Hermanos venezolanos han naufragado en busca de la libertad.
La crisis humanitaria compleja que azota a mi país nos parte el alma y nos obliga a continuar recibiendo las fiestas a través de la fría pantalla del celular, debido a la migración forzada.
Cuando llegó la pandemia y nos obligó a quedarnos en casa conectados a un mundo virtual, para nosotros no era extraño debido a los millones de venezolanos en el exilio con los cuales nos comunicamos mediante estos mecanismos que para otros eran extraños.
Nuestros corazones se han roto en mil pedazos y se han vuelto a remendar una y otra vez.
Sin embargo, este año también nos ha permitido como nación crecernos en la dificultad, demostrar que somos capaces de organizarnos y de alzar la voz, que la ciudadanía es tan fuerte que puede imponerse a la opresión y es capaz de organizar una consulta a la nación.
Los venezolanos hemos librado muchas batallas a lo largo de nuestra historia: Desde Boyacá hasta Junín, pasando por Carabobo, todo ello para obtener nuestra independencia como nación. Bien sabemos que una sola de ellas no bastó y que incluso llegar a Carabobo no fue suficiente para cantar victoria.
Hoy enfrentamos una batalla más. Todo esto significa que nuestra obligación patria es seguir luchando hasta alcanzar la libertad.
El 2021 por su parte, no será menos difícil. La libertad aún no llega, pero, debemos ir juntos a por ella. Cada paso que damos es esencial para lograrla. Pero los venezolanos somos capaces de eso y más, nos guía el tricolor nacional y el significado que al amarillo, azul y rojo dieron Miranda y Clemente.
Por ello, amigos, los invito a luchar juntos. A unirnos, pero de verdad y no solo para una foto, a entender que no basta sólo con un grupo que se sienta o crea dueño de la representación de la oposición a la dictadura, sino que por el contrario, nos necesitamos todos. Que los intereses particulares no están por encima de los de Venezuela y no hay nadie dueño o dueña de la verdad o de la dignidad.
Hago votos sinceros y con el corazón en la mano para que todos quienes con franqueza nos oponemos al régimen, entendamos que ese es nuestro único adversario y dediquemos cada respiro, cada aliento justo a eso, a oponernos a la dictadura y no a oponernos a nosotros mismos.
Que la crítica constructiva y la transparencia en nuestras actuaciones sean bienvenidas y marquen nuestros caminos.
Agradezco el trabajo de cada venezolano que brega nuestra libertad, que da la cara, que pone el pecho en ello, que hace labor social, que reparte un volante, que luce con orgullo sus colores partidistas a pesar de la persecución que ello puede traer consigo, a cada dirigente, a cada militante de la democracia, a cada líder por no desmayar y por seguir adelante.
Agradezco la valentía de mis colegas de la Asamblea Nacional que durante estos 5 años no se doblegaron ni se vendieron al régimen. Toda mi admiración para cada uno de ellos.
A los demás, los que traicionaron a sus electores, al país y los principios democráticos, la historia los juzgará y con toda seguridad la vergüenza de no poder ver a sus hijos a la cara con orgullo o la certeza de no poder ser jamás un ejemplo a seguir, con toda seguridad los acompañará por siempre.
Sin duda hay quienes prefieren otros caminos sin comprender que no está la libertad en la convivencia acomodaticia con el régimen, que permite solo amalgamar la situación particular de quien se preste para ello, sino que lo importante es el país.
Por otra parte, cada emprendedor que se levanta a diario a construir, a brindar empleo, a imponerse sobre el socialismo destructor, cada niño que con su sonrisa nos recuerda que el futuro está aquí, cada familia que sigue soñando con un porvenir en nuestro país, cada trabajador, ama de casa o profesional, cada obrero, cada estudiante, cada soñador, cada madre, cada padre, cada venezolano, cada mujer que valientemente echa para adelante y sigue llevando en su mirada esa sensación de futuro, debe saber que somos miles los que a diario tenemos como único norte a Venezuela.
Ese es mi compromiso y sé que es también el de todos los venezolanos de bien, que hoy a las 12 de la noche renueva su esperanza.

¡Feliz y libre 2021!

Delsa Solórzano
Orgullosa activista de DDHH
Presidente del partido Encuentro Ciudadano
(Y mamá de Pedro Luis)